martes, 26 de octubre de 2010

Porvoo, la Finlandia rural


Ayer estuve en Porvoo, una ciudad al este de Helsinki, la segunda mas antigua del país después de Turku. Cuenta con unos 48.000 habitantes y consta de dos zonas, la zona moderna, donde se centra la vida de esta ciudad y la zona antigua y turística, donde encontramos un pequeño núcleo urbano con casas típicas finesas construidas en madera que datan del siglo XIV principalmente, y en el centro una catedral construida en el siglo XI.

Catedral de Porvoo.

Kogoyo en la catedral de Porvoo.

Prácticamente estuvimos durante toda la visita en esta zona rural del pueblo y nos encantó, la verdad que el día no era del todo malo (para lo que viene siendo Finlandia) no hacia sol, pero al menos no llovía y el color del cielo acompañaba bastante a lo que es el paisaje de la zona. Llegamos sobre las 13:30 después de casi 45 minutos en el autobús que te llevaba desde Helsinki, y como allí suelen comer sobre las 12:00 o 13:00 fuimos directamente a comer a "Hanna Maria", un restaurante tipo buffet que constaba de 2 primeros y 3 segundos, y donde siempre se puede encontrar salmón. Yo me pedí de primero una sopa de pescado que estaba bastante rica y te dejaba el cuerpo calentito. De segundo pedí un filete de lomo de salmón con una salsa tártara y patatas cocidas.

Restaurante Hanna Maria.

Grönsakspyresoppa.

Laxsoppa

Steektlax.

Poco después de terminar la sobremesa empezamos nuestro tour por el casco antiguo de Porvoo, guiándonos por una ruta recomendada en el punto de información turístico que rodeaba todo el núcleo tanto por dentro como por fuera. A la vez que íbamos caminando por las calles de Porvoo, nos encontrábamos multitud de tiendas con objetos típicos fineses y en especial, muchas tiendas de manualidades y de tejidos e hilos para hacerte tu propia ropa. También entramos a una tienda en la que solo vendían velas, de todo tipo, de todas las formas, colores y en alguna ocasión de olores.

Porvoo.

Casas de Porvoo.

Kogoyo en Porvoo.

Antes de terminar nuestra ruta en el Porvoo antiguo entramos a una tienda de dulces exclusivamente de chocolates llamada "The small Chocolate Factory" que como su propio nombre indica era muy muy pequeña, alrededor de 10 metros cuadrados, pero tenia un olor ...
Nos compramos un chupa-chups de chocolate negro, unas cookies con trocitos de chocolate blanco y un bombón de chocolate blanco relleno de algo que ahora mismo desconozco.

Chupa-chups de chocolate.

Una vez terminada la ruta entramos en todas las tiendas de Porvoo y compramos algunos regalitos. Antes de marcharnos estuvimos paseando por la parte nueva y nos encontramos sin querer con la mejor tienda de manualidades que he visto en mi vida. Estaba cerrada, pero la señora al ver que estábamos muy interesados en ver el interior nos abrió y nos dejo mucho tiempo para elegir algunos objetos. Podemos encontrar este tipo de tiendas por todo Finlandia, se ve que aquí la gente como hace vida en casa se dedica a coser, tejer, diseñar ... todo tipo de trabajos manuales.

Ovillos de lana.

Kogoyo en la tienda de manualidades.

Escaparate de la tienda de manualidades.

Si visitas Finlandia, Porvoo es un sitio que deberías de conocer.

sábado, 9 de octubre de 2010

Almagro y sus corrales de comedia


Alla por Semana Santa de 2009 estuve de vacaciones en Almería, cuando decidimos subir de vuelta a Madrid, se nos ocurrió la idea de visitar algún pueblecito con encanto por la A-4.
Dimos con Almagro, un pequeño pueblo de unos 8.000 habitantes perteneciente a la provincia de Ciudad Real. El pueblo es famoso gracias a su corral de comedias a sus teatros y a las berenjenas, las más famosas de España.

Llegamos justo a la hora de comer, y nos encontramos de frente con una procesión típica de semana santa, pero sin santo ni santa, era una procesión militar muy bonita y curiosa.

Kogo en la procesión.

Seguimos paseando por el pueblo y llegamos a la plaza mayor, una plaza del siglo XVI que aún conserva su buen aspecto después del paso de los años. Estaba a rebosar de gente, todos comiendo en la calle, charlando con los amigos y conocidos y comiendo como no, las típicas berenjenas de Almagro, era semana santa y la gente estaba en la calle disfrutando del buen tiempo y de la plaza mayor dónde se recreaban escenas de hechos pasados, se hacían reuniones, concursos y demás.

Plaza mayor.

Kogo en la plaza mayor de Almagro.

Kogo en la iglesia de Almagro.

Una vez entrados en hambre, nos dirigimos a varios restaurantes para observar el menú, dónde podías encontrar platos típicos como el tiznao o el pisto manchego. Finalmente después de rechazar varios restaurantes dimos con "El Corregidor" el mejor restaurante del Almagro sin duda alguna. Estaba situado en un antiguo teatro con un encanto único, tenía multitud de salones y terrazas y estaba decorado al estilo manchego.

Kogo y la carta.

El corregidor.

Después de discutir sobre que comeríamos (debido a la gran variedad de platos) decidimos pedir de entrante un Foie de pato delicioso y de segundo yo pedí un solomillo de ternera con verduras y boletus que estaba exquisito y muy tierno.

Foie de Pato.

Solomillo de ternera con verduras y boletus.

Chuletitas de cordero.

Culminamos nuestra hazaña con un "cremoso de chocolate con helado de vainilla", ha sido uno de los mejores postres que he probado jamás, antes de pedirlo nos advirtieron que el postre iba a tardar unos 30 minutos en llegar a la mesa, pero solo con el nombre creo que merecía la pena la espera, y así fue, esperamos para saborear todo un lujo para el paladar.


Cremoso de chocolate con helado de vainilla
Después de la gran comilona que nos pegamos, seguimos visitando el pueblo y sus calles a rebosar de gente. Compramos productos típicos manchegos, entre ellos una caja de miguelitos de la roda, unos pasteles de hojaldre rellenos de una crema fina de chocolate, también una exquisitez.

Kogo por Almagro.

Fue una visita muy corta pero mereció mucho la pena, se que volveré y estaré más tiempo ya que lo suyo es disfrutar de una obra de teatro en los corrales de comedias, visitar todos los monumentos arquitectónicos y como no disfrutar de otra comilona en el corregidor.

martes, 5 de octubre de 2010

Ramadan en Tanger


Hace un año pisé por primera vez Marruecos, fue una visita rápida pero muy intensa, estuvimos en Tánger y Asilah y nos lo pasamos genial. Coincidimos justo con el fin del Ramadán por lo cual se formó una gran fiesta y la vivimos de primera mano, la gente gritaba, corría y saltaba de alegría al ver que el mes mas duro del año se había acabado.

Cogimos un ferry en tarifa y tardamos 30 minutos en llegar al puerto de Tánger. Nada más bajar nos encontramos con el primer inconveniente, había que sellar el pasaporte dentro del ferry, cosa que no hicimos debido a nuestro desconocimiento, así que tardamos más de lo previsto en bajar del barco, ya que tuvimos que entrar de nuevo y esperar que un policía marroquí nos sellara el pasaporte.

Por fin en tierra nos dirigimos a nuestro hotel, El Atlas Rif, situado en la avenida principal de Tánger, en frente de la playa. A primera vista el hotel tenía muy buena pinta y parecía muy cómodo, las habitaciones grandes, el baño quizás era un poco lo peor, pero bueno, para un fin de semana estaba bien.

Después de dormir hasta las 16:00 debido al cansancio del viaje desde Málaga, empezamos nuestras andanzas marroquíes, lo primero que hicimos fue ir a comer algo, y mientras paseábamos por las calles y el zoco de Tánger encontramos una pastelería con una pinta exquisita, dónde nos sentamos para comer algo y luego pedimos un par de porciones de tarta que estaban buenísimas. Seguimos paseando y la verdad que flipamos bastante con la gente, la calidad de vida, la comida expuesta y llena de mocas, el poco "stress" que se sentía en las calles y la cantidad de basura que había desparramada por todos lados. He de decir que Tánger no es la ciudad más bonita de Marruecos, pero para tener una pequeña toma de contacto está bastante bien.

Delicioso.

Plaza en Tánger.
Paseando paseando, topamos con un señor mayor que nos hizo el lío y nos fue llevando a las tiendas de sus "amigos" donde adquirimos entre otras cosas, una chilaba, algún plato decorativo, especias para la comida, y demás, todo esto por supuesto regatenado con los dueños de las tiendas, ya que es obligación tanto para ellos como para nosotros. A tener en cuenta para los futuros viajeros a Marruecos, del precio que te dicen, como mucho pagar la mitad, nada vale lo que al final acabas pagando.

Callejuelas abarrotadas en Tánger.

Plaza de comercios.

Entrada al Zoco de Tánger.

Kogoyo en la mezquita.

Poco más tarde, cuando ya era hora de cenar, nos llevó a un restaurante típico de allí para turistas, donde comimos los platos más selectos y tradicionales de la gastronomía árabe, así como el Cous-cous, pastilla o el típico y delicioso Tajín. La verdad que todo estaba muy bueno, pero allí a cada uno le cobraban una cosa.

Pan típico.

Cous-Cous

Pastilla

Al día siguiente reservamos un taxi en el hotel a las 9:00 de la mañana para que nos llevara desde Tánger a Asilah, pasando por la gruta de Hércules y un faro situado en Cab Spartel, y luego nos devolviera sanos y salvos en Tánger. El precio fue de 70€, bastante caro para ser Marruecos pero la verdad que el viaje mereció la pena muchísimo.

El taxista fue muy amable con nosotros, claro que nos iba a sajar por el trayecto, y nos hizo de guía a la vez de conductor. La gente conduce fatal por allí, no respetan nada, las rotondas horroroso, 6 o 7 personas en los taxis y los coches ... en fin, en tema de infraestructuras para la conducción he de decir que no muy bien, al menos lo que yo ví.

Al primer sitio al que nos llevó fue a Cab Spartel, las vistas maravillosas, daban a el mar, había unos grandes acantilados y bastante vegetación. Continuamos nuestro camino hacía la gruta de Hércules, un lugar encantador con una gruta que pegaba al mar, tenía una "ventana" que tenía la forma del continente Africano. Todo esto es muy turístico, plagado de mercaderes ambulantes y gente visitando la zona.

Faro en Cab Spartel

Cab Spartel

Camellos

Gruta de Hércules

Una vez más continuamos con nuestro camino, ahora sí, dirección Asilah. Llegamos y el taxista nos dejó ahí hasta las 17:00 que era la hora de volvernos a Tánger. Asilah es un lugar precioso, muy recomendable, calles antiguas, casas de color azul y blanco, detalles típicos moriscos, muchas tiendas, en fin, las fotos lo dicen todo, es un lugar único. En Asilah compramos bastantes cosas, una manta, una lampara, unos pendientes, unas babuchas y demás presentes.

Asilah

Paisana de Asilah.

Muy buenas manualidades.

Kogoyo en Asilah

Kogoyo en Asilah

Asilah

Asilah

Azul, el color del cielo.

Tiendas en Asilah.

Tras un largo viaje de vuelta a Tánger, volvimos a pasear por sus calles llenas de gente, las cafeterías llenas de moros tomando café, fumando y mirando a la gente que pasaba. Muchos turistas invadiendo la ciudad, dejándose pasta por todos lados y los Marroquíes encantados claro. Por todos lados se oían las palabras "Amigo, por favor", "rebajas de ramadán". Los niños pequeños pedían dinero a todos los turistas, y si les dabas algo, en seguida venían a por más. Así que no hay que mal acostumbrarles.

La última cena en Tánger nos la pegamos en frente del puerto dónde nos tomamos una fritura de pescado, la verdad que bastante normalita y nada del otro mundo, el pescado mejor tomarlo en otras ciudades.

Nos fuimos de Tánger con buena impresión aún sabiendo que no es lo mejor de Marruecos, compramos muchas cosas y nos fuimos con pena por la corta estancia en el país Africano, pero nos dirigíamos a un sitio aún mejor: Cádiz!

La catedral de Cádiz.